jueves, 20 de junio de 2013

LA TRAVESERA MÁS TRAVIESA

El pasado fin de semana, además de los "triflavis" participantes en el Triatlón de Laredo, hubó más compañeros del equipo en otras pruebas deportivas. En concreto, Alex y Diego se enfrentaban de nuevo a sus límites en la Travesera de los picos de Europa, un Ultra-trail de 74km que les exigió todas sus fuerzas y algunas más.

Sólo el perfil asusta...

 Alex ha tenido el detallazo de contárnoslo en una crónica estupenda que no os va a dejar indiferentes...¡¡Enhorabuena y gracias!!
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TRAVESERA INTEGRAL PICOS DE EUROPA 2013

Llegó la fecha, 14 de junio de 2013, miro el calendario y sí, está marcado en rojo. En rojo, quizás como anticipo a la sangre que va a costar acabar la prueba de hoy.

Carte oficial año 2013


La Travesera tiene fama de ser una carrera muy dura, muy técnica, que no permite un error pero a la vez espectacular. Como bien dijo el gran Iker Karrera, ganador de la prueba con un espectacular crono de poco más de once horas: Todo lo que se dice y se ha escrito sobre ella, lo tiene muy bien ganado. Añadiría una palabra más para definirla: Es una carrera con personalidad propia”.


A esto yo añadiría, La Travesera no es que tenga personalidad propia, sino que la muy cabrona se retroalimenta con la personalidad que nos roba a los participantes, a medida que van pasando los kilómetros y los desniveles.

Parajes increibles a lo largo de la prueba

Ya por la tarde a la hora de recoger dorsales y pasar el control de material, te das cuenta que estamos en La Travesera. El nivel de los participantes así lo indica.  Le hago un comentario al compañero habitual de fatigas, Diego, “ Tío, esto no es ninguna broma”. 

Poco antes de las doce de la noche, preparamos el material y cuando levanto la mochila, pienso; ¿Pero qué es esto?. Calculo que pesará unos cuatro kilos, que locura. Y es que este año, la organización ha obligado ha meter mucho material, ya que se supone que las condiciones climatológicas y de la nieve, así lo requieren. Poco antes de la salida, la megafonía insiste en la peligrosidad de algunos tramos y la obligatoriedad de llevar los crampones en la mochila.

Antes de la salida...¡¡caras felices!!


Y cuando dan las doce de la noche, todos a correr.  A poco más de un kilómetro se forma un tremendo embudo, que ahora pienso que marca mucho la carrera, ya que se forman unas diferencias enormes entre los participantes. Pero no hay agobios, esto es muy largo.

Afrontamos una larguísima subida de un desnivel de 2000 metros hasta el Jou Santo. En los tramos altos, hay nieve, mucha nieve y dura. Pero no lo suficiente para poner los crampones, así que con cuidado y paciencia subimos y subimos. La temperatura es buena y la noche tan oscura como estrellada. Lástima de estar en carrera y no poder disfrutar del entorno, como bien se merece. Mejor centrarse en el camino, que aquí, cualquier error puede tener desagradables consecuencias.

Diego con todo el equipo a la espalda

Desde el Jou Santo, afrontamos una bajada muy técnica y a tramos expuesta hasta Caín, donde está el primer avituallamiento. No voy nada mal de fuerzas y me animo para afrontar lo que suponía la parte más dura de la prueba, el Canal de Dobresengos. Otra subida de un desnivel escalofriante, que nos mete de lleno en el Macizo Central de los Picos de Europa, pasando por la Horcada de Caín, el Valle de Uriellu y la Collada Bonita. La subida es bestial, pero con paciencia vas ascendiendo hasta que la montaña comienza a dar una tregua, y el paisaje se hace sobrecojedor. 

Las vistas en esta zona son increíbles; la nieve, los farallones rocosos, las canales… está claro, estamos en los Picos de Europa. 

Alex disfrutando y sufriendo a la vez

El avituallamiento del Refugio del Naranjo, emotivo cómo pocas cosas he visto. Antes de llegar oyes el murmullo de la cantidad de voluntarios que te esperan. Pero es llegar y comprobar que ésta prueba es diferente. La ayuda y ánimos de los voluntarios y seguidores de la prueba, no es que te de ánimos sino que parece que te quiten peso de la mochila. 

Un rato de diversión y carretera y manta. Bueno mejor dicho, collada y bastones, porque nada más dejar el refugio a nuestras espaldas, la Collada Bonita, que lo es, y mucho. Pero dura y pindia a partes iguales. Desde ahí, la bajada hasta la Vega de Sotres, fácil y animosa.

Pero cuando ya me las prometía felices, la Travesera me tenía guardado, un último regalo. Pero el regalo más envenenado que te puedas imaginar. La última gran subida de la prueba, el Jidiellu. Unos 1.100 metros de desnivel en tres kilómetros. 

En esta zona se escondió el ser más odiado y repudiado por todos los deportistas. El bueno de Paco Ureta, después de la Cicloturista del Soplao, escribía “He conocido al misterioso hombre del Mazo, feo el hijo de puta como una noche de truenos, con un mazo grande en forma de barril, y un mango muy pequeño. En mis 22 años de ciclo turismo jamás le había visto su espantosa cara. No ha hecho falta que me endiñara con él mazo, con su terrorífica mirada me ha parado en seco.” 

El bueno de Paco Ureta tras ver al tio del mazo en el
soplao...¡¡Animo en tu recuperación Paco!!

Y ahora yo puedo decir; Sí que es feo el hijo de puta. No pasó nadie por esa canal, que no se fuese con dolor de cabeza por el golpe duro y seco que nos propinó con su mazo en forma de barril.

Pero esto es deporte y de todo se sale, así que poco a poco, llegamos al Collado Valdominguero. De aquí a meta, ya la cosa se relaja, y ya es cuestión de ir haciendo kilómetros, sin prisa pero sin pausa.

El tio del mazo preparado para soltar otro hachazo
...cuidado si le veis!!
Voy con Diego, y nos planteamos si merece la pena apretar y correr. Nos damos cuenta que no hemos corrido en toda La Travesera. En ningún momento he llamado carrera a la prueba, porque no lo es. Aquí solo corren los cinco primeros, el resto nos arrastramos, nos retorcemos. 

Decidimos que no, que hoy toca “disfrutar” y que da lo mismo, perder o ganar puestos en la clasificación. Así que viendo como nos pasan muchos corredores, que seguramente son bastante más lentos que nosotros, nos vamos dejando caer, por un descenso traicionero. Un participante experimentado que nos adelante, nos informa: “No vi nunca una bajada con tantas subidas”. Y que razón tiene. 
Las caras de Alex y Diego lo dicen todo

Pero la Travesera ya está en nuestras manos. Un poco de paciencia y pasito a pasito, entramos en Arenas de Cabrales, y a la que te das cuenta, ya has pasado por el arco de meta. Tiempo, 16 horas y 46 minutos. 

Curiosamente el mismo tiempo que tardamos en hacer la Ultramaratón de los 10.000 del Soplao, pero con una diferencia. El Soplao son 126 kilómetros y La Travesera “sólo” 74, 

¿Cincuenta kilómetros menos y el mismo tiempo?. Vaya preguntas me hago a estas alturas de la película. 

Y es que en las alturas está la respuesta a la pregunta.



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